La piel del rostro se encuentra expuesta diariamente a la acción nociva de agentes externos contaminantes, el viento, el frío, el sol, el cigarrillo, el smok, el maquillaje, etc., que acaban dañando su estructura e impiden que el proceso de regeneración y renovación celular se realice adecuadamente. Por este motivo, terminan apareciendo granos, espinillas, manchas, barros y otras impurezas faciales.